Seminario latinoamericano sobre Pastoral en los Pueblos Originarios
de Participantes del Seminario - 9/11/2018
MENSAJE FINAL
“Llamamos a todos los hombres de buena voluntad Para que colaboren en la verdad, la justicia, El amor y la libertad, en esta tarea transformadora De nuestros pueblos, al alba de una nueva época” (Medellín, mensaje a los Pueblos de América Latina, 1968)
Convocados por el CELAM, viniendo del Norte, Sur, Este y Oeste de nuestro Continente, nos reunimos, obispos y secretarios de Comisiones episcopales sobre Pastoral en los Pueblos Originarios, entre ellos indígenas, laicos y religiosos/as, para poner en común nuestros trabajos realizados anteriormente por tres regiones: Región CAMEXPA (Centroamérica, México, Panamá), Región Andina y Región Cono Sur. Valoramos e impulsamos las propuestas pastorales compartidas para que sean asumidas en favor de la evangelización de los Pueblos Originarios, para elaborar juntos propuestas.
Con dolor constatamos que estos Pueblos están sufriendo en todos los países una situación de desprecio, marginalización y hasta criminalización. Frecuentemente son desalojados de sus territorios tradicionales que les obliga migrar a zonas urbanas donde sufren el despojo de su dignidad y de su derecho de ser diferentes lo que amenaza su identidad. El sistema neoliberal globalizado aplasta rápidamente cualquier pequeña alternativa que intenta emerger.
Existe poco espacio para que los Pueblos Originarios aporten su gran riqueza de valores humanos, que han desarrollado y mantenido durante miles de años en estas tierras que habitamos hoy, resistiendo toda clase de colonización, invasión o dominación.
En este ámbito quiere nacer una nueva Iglesia de América Latina, gestada hace medio milenio en la Conferencia Episcopal latino-americana de Medellín en 1968, anunciado el “alba de una nueva época”.
Constatamos con gran preocupación una creciente exclusión y abandono de parte de los Estados y de las sociedades civiles de esta “población más antigua del Continente, que está en la raíz de la identidad latinoamericana” (DA 88). No solamente están en peligro sus modos de vida, sus diversidades, sus conocimientos del cosmos, sus espiritualidades integrales, su sentido comunitario, sus sabidurías interrelacionadas con todas formas de vida en esta Madre Tierra, sino también sus territorios y sus proyectos de vida. Sin embargo, son justamente ellos los que podrían constituir “una respuesta a los antivalores de la cultura que se impone” (DA 57). Esta realidad nos anima y exige ponernos a su lado en su búsqueda de una vida digna.
Con una relectura de los documentos del Magisterio nos afirmamos en el camino que la Iglesia había tomado en defensa de la causa indígena. En sus palabras reconocemos y nos re-confirmamos con una clara y definida postura en defender los derechos indígenas ante las autoridades y la población civil, acompañándoles en su difícil proceso de autodeterminación y plena participación, tanto en la sociedad civil como en la Iglesia.
La Pastoral de los Pueblos Originarios sigue luchando por la promoción humana indígena, que incluye asesoramiento y formación jurídica, una educación desde los valores culturales de cada pueblo y un sistema de salud que se basa en sus experiencias milenarias y conocimientos ancestrales.
Finalmente recordamos los diversos discursos de nuestro actual Papa Francisco a los Pueblos Originarios en su vista a diferentes países de nuestro Continente. En ellos, y especialmente en la encíclica Laudato Sí, él está manifestando la preocupación de la Iglesia por la casa común que habitamos hablando de ella como de “una hermana nuestra, con la cual compartimos la existencia…, nuestra Madre Tierra que clama por el daño que le causamos” (LS, 1-2) con la depredación arrasadora que corre riesgo de destruirla.
Reconocemos que hemos descuidado la estrecha interrelación entre la naturaleza y la sociedad humana. Este reconocimiento nos lleva a un renovado compromiso de luchar por la vida donde esté amenazada y hacerla crecer.
Para los Pueblos Originarios la vida es lo más sagrado. Ellos saben convivir “con un cuidado especial con la Madre Tierra” (LS), preservando la el equilibrio ecológico que contiene la sagrada trama de la vida. Su modo de vivir en y con la tierra nos está revelando a “Dios amigo de la Vida” (Sab 11,26).
Denunciamos la imposición de una economía globalizada que hace perder la ética y los valores humanos en las culturas, también en la nuestra que pone en peligro la extraordinaria diversidad cultural. Defendemos la vida de la naturaleza por lo que rechazamos todas las acciones extractivitas de los recursos naturales, sin consulta y el consentimiento.
Frente a la inmensa labor que nos espera, vemos lo poco que hemos hecho aún y lo mucho que nos queda por hacer.
El hecho de reconocer y valorar las culturas autóctonas con sus espiritualidades y sabidurías enraizadas en la tierra y el cosmos, nos desafía a revisar y actualizar nuestro modo de evangelizar. Queremos dar un paso más desde la inculturación hacia la interculturalidad. Medellín nos impulsa a “renovar y crear nuevas estructuras en la Iglesia que institucionalicen el diálogo y realicen la colaboración entre los obispos, sacerdotes, religiosos y laicos” (Medellín, cf. arriba) y hoy añadiríamos: “queremos caminar junto con los Pueblos Originarios y sus aportes específicos hacia una Iglesia más latinoamericana”; “ellos moldeen (ya) culturalmente las iglesias locales” (Papa Francisco, Maldonado, enero, 2018)
“¡Alabado seas Señor, por esta obra maravillosa de tus pueblos…y por toda biodiversidad que estas tierras envuelven!” (Discurso del Papa Francisco en Puerto Maldonado, Perú, 2018)
5 al 9 de noviembre de 2018, Bogotá, Colombia